“Me pasé más de 30 años intentando superar los problemas de la niñez en mi familia – bastante malos, de esos que te marcan de por vida. Esos eran problemas que había estado mirando, argumentando, analizando, presentando a expertos una y otra vez sin miedo a ser juzgada y sin refrenarme jamás de seguir intentando nuevas maneras de superarlos.

“Pero conocer y aceptar los problemas con la mente no quiere decir automáticamente que eres capaz de sobrellevar los efectos que producen en la práctica. Y evidentemente, no todas las formas prácticas de superarlos son adecuadas… Así que ahí estaba yo, pareciendo ser una mujer moderna hecha y derecha, pero en realidad escondiendo tras mi armadura a una niña temblorosa, luchando por ser “perfecta” y por satisfacer lo que creía que los demás esperaban de mí. Tenía un sentimiento profundamente enraízado de que mi derecho a existir se justificaría mientras me entregara en cuerpo y alma a ese ejercicio en un esfuerzo infinito de hacer penitencia por mis faltas y por las de los demás…

“Y entonces me encontré en un grupo de Constelaciones Familiares con Svagito. No caí por casualidad ahí, estuvo precedido por otros grupos dirigidos por gente interesada en la meditación y en Osho, por algunas lecturas, por chateos con otros participantes etc. y me llamaba mucho la atención – a decir verdad, también me daba mucho miedo – y el caso es que ¡se convirtió en un punto de inflexión en mi vida!

“No sé cómo pasó exactamente – explicaciones racionales no valdrían…y lo que salió del juego de roles de mi familia ni siquiera me dio nueva información de mi historia familiar, como les pasó a otros. Aún así, me encontré a mi misma mirando los acontecimientos dolorosos de mi vida y de mis relaciones familiares con un nuevo par de ojos, y esto me ha permitido vivir estas relaciones e incluso mi vida, de una manera deferente. Siento una creciente confianza en mi y le encuentro un nuevo sentido a mi derecho de existir.

“No estoy diciendo que sucediese un milagro que de repente solucionó todos mis problemas, pero ciertamente hubo una reacción catalizadora en el grupo y esto puso en mis manos una nueva herramienta e hizo posible que se disolviera la gran carga que había estado llevando todo ese tiempo. Siento un profundo agradecimiento por este proceso.”
Fausta Setti, Doctor en Filosofía, Profesora de Universidad, Milán, Italia